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lunes, 2 de mayo de 2011

SANGRE DE VIDA

Dijo llamarse Morfeo. Dudé de su nombre aunque al instante caí en el abismo de un sueño sin regreso. Un sueño inyectado de anestesia letal.
Prometió llevarme al paraíso de Dante. Nunca vi a Beatriz, siempre nos acompaño Virgilio. Nunca pude distinguir el infierno del purgatorio, pero sus besos engañaban mis sentidos y traté inútilmente de saberme en el empíreo.
Sus líquidos me penetraron. Primero por la boca. La sabia ardiente de su saliva fue el primer néctar que me llevó a la negación de mi propia esencia. Mi efervescencia perdió sabor y solo fui capaz de reconocer la hiel de su gusto.
Su boca mordió mi delgado cuello. Yo busque desesperadamente la manzana que nos robó Adán. La encontré, pero era demasiado tarde, el ya había dado el primer golpe mortal y su vida tomo lo que quedaba de la mía. El veneno de nuestros sueros más profundos se unió y se volvió uno.
Aún sigo cayendo al abismo. El me sigue llevando de la mano. Ya no hay resistencia, ya no hay dolor porque se que mi cuerpo es su alimento, se que mi sangre es parte de su vida. Mi sangre es ya su vida y eso me convierte en su dueña. La esclava se torna en el objeto de adoración de su amo, cada día al huir el Sol del manto pesado y excitante de la noche…